Hoy estaba preparando un post, ahora no importa el tema, con mi libreta de apuntes, unos cuantos libros de consulta y no he podido seguir con el tema porque mi neurona que es muy suya, se ha dedicado a divagar, colapsada por tanto estimulo informativo disparatado y contradictorio que parece excesivo, pero que tras el impacto inicial, resulta sencillo comprobar que es insuficiente.
Dicen que nos informan porque debemos saber, necesitamos saber, pedimos saber. Estoy de acuerdo. Debo saber, quiero saber y necesito saber. Pero ante todo pido saber la verdad. La verdad sin artificios, matices o enmiendas. No obstante se, sabemos que conocer la verdad en nuestros días es una tarea imposible. Vamos que antes encontramos un unicornio en el pasillo que datos sin manipular.
Quienes están en el negocio de la información, manejan el material que generan, crean y diseñan ofreciéndolo en dosis adecuadas a conveniencia de quienes disponen de las riquezas del mundo. En realidad se trata de mantener la colmena de obreros en constante tensión, condicionando el comportamiento y las reacciones de la masa, en un intento de anular la capacidad de pensamiento conjunto. Un pensamiento que permita al enjambre tomar decisiones que les lleven a plantar cara y liberarse, a reclamar lo que les pertenece y les es negado.
Por mucho que me cuenten y expliquen, desconozco cómo funcionan estos mecanismos en otras latitudes, porque yo vivo aquí.
Lo que veo y percibo aquí sinceramente no me gusta. En absoluto.
Si hablo de cadenas de televisión la situación es muy entretenida.
Las anteriormente cuatro cadenas privadas ahora son 2 x 2. Vale ya sé que el orden de los factores…pero en este caso el orden de los factores varía el producto.
Cuatro y Telecinco se han convertido en la misma cara de una moneda que si tenemos en cuenta las divisiones que aporta Telecinco, más que moneda es un cubo de Rubyck y ofrece tantas caras como giros permite el sistema.
Cuatro apuesta por series cuyos capítulos repite hasta la saciedad y vuelve a repetir en las divisiones de Telecinco.
La información de Cuatro se sirve recubierta de cierta seriedad y la de Telecinco acompañada con una guarnición “espeluznante” y remata la jugada con reportajes y telerealidad convenientemente editada y montada.
El resto de la parrilla de Telecinco se retroalimenta de platos crudos, cocinados o pasados basados en el potaje patrio, el hígado crudo y demás vísceras de personajes que se autodefinen “de interés público” y muestran sus amores, bodas, banquetes, bautizos, divorcios, arrejuntamientos, infidelidades, embarazos, partos, redefiniendo constantemente los límites de la salud mental de emisores y receptores.
Antena3 nacida entre la elite, se postulaba como cadena privada selecta y educada y ofrecía productos serios que no tenían comparación con las señoritas de escultural visión que animaban día y noche a la competencia italiana.
En medio de este lío y por sorpresa apareció una cadena, con el único propósito de entretener e informar, y cuya programación resultaba refrescante y agradable. La Sexta fue como colirio para las pupilas de la audiencia tras pasar largo rato en penumbra y en un ambiente viciado con el paso del tiempo.
Y llegó la Televisión Digital Terrestre que teóricamente constituiría la solución a todos los problemas de emisión, ofrecería una parrilla más variada y amplia y…nada más. Porque los contenidos eran los de siempre, no encontrabas nada nuevo bajo el sol.
Con el tiempo La Sexta se convirtió en centro de la polémica al presentar su candidatura al Festival de Eurovisión. Por primera vez las televisiones públicas quedaron fuera de una carrera hecha a medida para ellas durante décadas.
Lo que La Sexta demostró con su participación fue que las grandes estructuras estatales de información habían quedado obsoletas.
El siguiente paso del ciclo fueron las fusiones. Telecinco se unió a Cuatro y Antena3 fagocitó La Sexta.
Ahora La Sexta es la cara amable de una moneda en cuyo reverso encontramos a la “cadena bien y educada” convertida en una madurita conservadora, que viste de diseño caro y luce collares de perlas de tres vueltas.
La Sexta aparentemente conserva en su interior a la niña gamberra que fue y se muestra crítica con el poder y las estructuras de gobierno. Pero no podemos olvidar que pertenece a un conglomerado que yo considero conservador y que cuenta entre sus ramas con la cabecera de La Razón y su director que no es precisamente un tipo que despierte simpatía.
En cuanto a la oferta pública se divide entre TVE 1-2-Canal24 horas que no ofrece una parrilla atractiva y las cadenas autonómicas, que no tengo idea de la oferta en otras comunidades, pero que en este lado del Mediterráneo, en fin…digamos que antes a me resultaba más atractiva.
Lo más curioso es que no importa si se trata de cadenas públicas o privadas a la hora de informar. La formula es la misma y los que informan y opinan en interminables y largas mesas redondas, en las que una tertulia que nada tiene que envidiar a las de café con churros, se convierten en sesudos debates, en los que gritarse unos a otros, insultarse y comportarse como párvulos al grito de “y tu más” es la norma, son siempre los mismos y las mismas.
Así que me limito a picotear segmentos informativos y a visionar películas en dos canales que programan producciones clásicas y otro canal cuyo plato fuerte son los documentales que van más allá de los animalitos de la selva africana que se comen mutuamente.
En cuanto a la oferta radiofónica…bueno…digamos que si quiero estar informada suelo conectarme con la radio francesa y si quiero cosas interesantes me dedico a explorar la oferta internacional a través de internet.
Por lo que respecta a la prensa escrita…si acaso lo dejamos para otro día, ¿de acuerdo? Resulta más interesante leer prensa en formato digital y consultar otros blogs.
Echo de menos comprar el periódico y desayunar leyéndolo, subrayar artículos de opinión y aprender con cada párrafo. Pero eso fue en otra vida…una vida lejana que ya no volverá.
El panorama actual lo único que refleja es una polarización grande y tensa en el enjambre, con demasiadas aspirantes a reina de la colmena que no pasan de ser bichos comunes y corrientes, zánganos que se enriquecen de forma obscena sin trabajar y obreros desesperados a los que ya no les llega el polen ni la miel.
Y mientras las aspirantes a reina y los zánganos siguen aprovechándose de los obreros, para evitar que estos reclamen lo que les pertenece les suministran información manipulada a pequeñas dosis sin saber que puede que un día la colmena despierte y reclame la verdad.
Blanca Rosa Fernández
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